domingo, 26 de febrero de 2017

1º Pecado. El Ángel y El Atardecer

     Todos los dias mi papa me buscaba del preescolar cuando el cielo se encontraba ya en el cambio de azul flojo a un naranja brillante. Siempre era yo la última en llegar en las mañanas y  la última en salir en las tardes. Odiaba correr por las calles a través de la fría neblina para llegar antes de que cerraran la gran puerta verde. También odiaba esperar. Detestaba profundamente que al sonar el melodioso timbre entraran padres, madres, y que ninguno fuera el mio. Nunca dije nada. Los niños se iban, desalojaban la terraza con alegría y recibiendo besos y abrazos de sus padres, y entonces, luego de una mirada de despedida desaparecen por el portal verde. Y entonces, llegaba él. El descarado atardecer. El sol bajaba con rapidez para esconderse tras las montañas regalando los últimos rayos de sol a mis brillosos ojos y al nudo en la garganta que hacia mas difícil la tarea de mantener las lagrimas dentro de sus limites. Ese maldito atardecer era señal de que mi padre se estaba tardando mas de la cuenta, y de que yo era la única niña mirando hacia el inservible portal. Alguien me fuera podido entender? Yo lo podía entender muy bien con mis 4 años. Por unos minutos sentía tanta impotencia al ver bajar el sol tan rápido. Porque no le daba mas tiempo para llegar? Necesitaba que fuera más despacio, necesitaba que no llegara la oscuridad a mis ojos. Sera que alguien comprendia? Nadie. A nadie le importaba la cantidad de angustia que puede contener una niña que escucha sin voces gracias al eco de los pasillos detrás de la escalera en la que esta sentada con impaciencia. Las voces de tantas mujeres quejándose de no poder irse y cerrar todo para poder irse a casa. Todo porque aun queda una desgraciada niña esperando con la vista en frente. Y algunos pensaran que exageraba. Ya no me importa. Nunca lo dije.
     Mientras los alaridos de mis únicas acompañantes me denigran y me hacen sentir peor de lo que ya puedo notar, veo que solo falta un poco para que el sol desaparezca entre la lejana montaña. Los rayos de luz se hacen menos intensos, el cielo se vuelve opaco y entonces cubro mis ojos con mis manos con fuerza. No quiero verla. La maldita oscuridad llegará tan desgarradora como lo he temido. Lo se. Insisto en mantener mis manos sobre mis parpados al tiempo que mi corazón retumba en mis oídos. Y tocan el timbre!. Sin creerlo veo el rostro de mi súper héroe en el umbral. Me levanto sin pensarlo y corro lo mas rápido que mis cortas piernas pueden permitirme. Lo dejan entrar después de un zumbido de abeja y me abraza con fuerza frenando mi aterrizaje. Dejo caer mis lagrimas apretando mi cara en la hombrera del saco de tela suave y perfumada al tiempo que mi padre me reconforta con sus disculpas. En realidad se siente como si dejara caer mas que mis lagrimas. Dejo caer mi rabia, mi frustración y mis crueles pensamientos. Y es entonces cuando saliendo del demonio de momento que pasocada dia, veo a través de mis lagrimas la ultima pero glamorosa pizca de atardecer de hoy. Hermoso. Llegó a tiempo. Sin mucha resistencia, me dejo envolver por ese color naranja rojizo que despide al descenso. Mi padre, conmigo en brazos, empieza a tararear una canción que me hace dejar de tiritar. Quiero decirle que estoy muy feliz, que no lloro de tristeza, que estoy muy contenta ahora, pero empiezo a perder la conciencia rápidamente, el cansancio me puede y me dejo llevar dominada por la melodía de su voz. Rápidamente me duermo, tranquila y a salvo, pero no sin antes escuchar las únicas palabras que mi héroe susurra sin tararear en su canción: "mi ángel".

"El amor es lo que te hace sonreír cuando estás cansado"
-Terri (niño de 4 años describiendo el amor)




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